Erase una vez un lobo llamado Feroz que vivía en los bosques Pirenaicos cerca del macizo de Bassegoda, donde nace el río Muga.
Era un lobo solitario, todos sus congéneres se habían ido, lejos de allí , ó habían desaparecido.
Se desplazaba incansable, entre la espesa maleza, bajo pinos, alcornoques y encinas pisando una alfombra de bellotas que en esta época del año eran el manjar preferido de los jabalíes. Estos eran su única compañía pero le ignoraban por completo.
La vida en el bosque había cambiado mucho: los Leñadores que cazaron a su abuelo ya no se acercaban por allí, nadie talaba árboles porque la madera no tenia valor y aquellos hombres estarían cobrando el subsidio de paro.
La Abuelita que habitaba en la cabaña del bosque disfrutaba en Benidorm de un viaje del Imserso y el resto del año vivía en la ciudad para poder ir a bailar por las tardes al Casal del Jubilado. Caperucita la chica que mantuvo una tórrida relación sado-masoquista con su abuelo estudiaba en la Universidad queria ser funcionaria de carrera y preferia el botellón de los jueves a visitar a su abuelita.
La única muchacha que había conocido paseaba por un cruce de caminos cerca de la carretera de asfalto, al preguntarle adonde iba ella le dijo que eran veinte euros y algo de un francés..Feroz no entendió nada.
El lobo cada día estaba más triste, el bosque era muy espeso, los matorrales impedían el paso y le producían heridas en la piel. La comida escaseaba porque los conejos enfermaban, las liebres ya no existían y las codornices que soltaban cada viernes los cazadores, no sabían volar.
Podía bajar al pueblo, fingir ser un can desvalido y esperar a que alguien lo adoptase pero perdería su libertad. Lo único comestible a su alcance era un orondo guarda forestal que se pasaba el día escuchando la radio ó durmiendo dentro de su todo terreno color verde grana.
Feroz decidió marcharse, tenía seis años y quizás le quedaban otros tantos de vida.
Corrió sin parar hacia el Noroeste, cruzó el cauce del río Garona en su parte mas estrecha y tres días y tres noches más tarde llegó agotado a los bosques de las Landas.
Allí todo era como antes , tal como contaba su abuelo. Bajo frondosos pinos marítimos pastaban venados, saltaban los conejos y las liebres y algún zorro ó comadreja se asomaba a su madriguera. En las umbrías choperas volaban faisanes y gansos y corría la perdiz. En una charca escondida los jabalíes se bañaban en barro.
Se oían las voces de los leñadores cortando los árboles mas grandes, limpiaban los caminos y replantaban pinos y chopos. Algún disparo de escopeta lejano le recordó que allí había vida pero debía estar atento, luchar para sobrevivir.
Al anochecer escuchó aullidos cercanos y familiares, saludando su llegada, sintió que al fin era un lobo feliz.
La infelicidad
me hizo feroz
pero me devoraste.
4 comentarios:
Hola!
He conocido tu blog a través del de Joana. Hoy visitava distintos y saltando,saltando me encontrado con el tuyo.
Me han gustado tus historias y tus poemas y si te parece bien te iré visitando.
Ya te aviso que soy catalano-parlante y puede que haga alguna falta, jiji,...
Respeto a este cuento pienso que tal como dices, la realidad nos aplasta la fantasia, muere lo idilico, o simplemente lo que antes era normal y pasa a ser todo raro,..., pero es divertido ver el cuento con enfoque actual.
Un saludo
Tuti gracias por tu visita.
Escribe en catalán.
Petons.
Esta claro que la soledad , entistece a la mas feroz de las bestias.
Com canvien les coses... fins i tot pels llops. Pobre Feroz... sort que acaba bé el conte i és feliç ja ho té tot.
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